Las comunidades energéticas son identificadas por todas las políticas europeas, estatales y municipales como un eje central de la transición energética y, más ampliamente, de la transición ecosocial. Aun así, su implantación real en Barcelona continúa siendo muy limitada. Esta es una de las principales conclusiones del estudio ‘Comunidades Energéticas de Barrio: estudio de viabilidad para permitir la extrapolación del modelo en toda la ciudad’, impulsado por la Federación de Asociaciones Vecinales de Barcelona (FAVB) y en el que colaboramos desde CICrA Justicia Ambiental, que analiza la evolución de nuevo comunidades energéticas de barrio en la ciudad.
El estudio, que se presentó el día 12 de diciembre de 2025, pone de manifiesto una distancia clara entre el consenso político sobre el valor estratégico de las comunidades energéticas y su materialización efectiva. A pesar del fuerte compromiso vecinal y la existencia de un marco normativo favorable sobre el papel, el despliegue de las comunidades energéticas continúa siendo lento, fragmentado y fuertemente condicionado por los tempos administrativos, el acceso a cubiertas, la financiación y la carencia de mecanismos estables de apoyo institucional.
Las comunidades energéticas analizadas no son solo proyectos de generación de energía renovable, sino espacios de gobernanza ciudadana, cohesión social y aprendizaje colectivo, con un potencial relevante para avanzar hacia una transición energética más justa. En todos los casos estudiados, el motor principal ha sido el vecindario organizado, a menudo a través de las asociaciones vecinales, que han asumido un papel central en la dinamización de los proyectos.




