Los impactos de la crisis climática en los océanos están influyendo en la vida de las personas en todo el mundo. Las y los habitantes de las islas con pocos metros por encima del nivel del mar, especialmente cuando son pueblos indígenas, se encuentran en situaciones de gran vulnerabilidad. En muchos casos, las reubicaciones (planificadas o no) ya han comenzado. Un ejemplo es el caso del pueblo Gunayala, en Panamá.

Los impactos de la crisis climática en los océanos

La temperatura media de la superficie oceánica ha aumentado en gran medida desde 1980 y se espera que esta tendencia continúe en los próximos años. Al ser un gran sumidero de carbono, el océano absorbe gran parte del exceso de calor atmosférico, lo que da lugar a cambios progresivos de enorme importancia para la vida en el planeta Tierra. De hecho, este verano de 2023 se han registrado máximos históricos.

Una de las consecuencias del aumento de temperatura del agua oceánica es su expansión. Esto, junto con la adición de agua dulce proveniente de pérdida de hielo de los glaciales terrestres y del derretimiento del hielo oceánico, está dando lugar la elevación del nivel del mar, que se está acelerando en los últimos años. Esta es una de las consecuencias del cambio climático que afecta y afectará a más personas, especialmente en las zonas costeras, los deltas y las islas del Pacífico y del Caribe. Incluso si se estabilizan las emisiones de gases de efecto invernadero en la concentración actual, el nivel del mar seguirá elevándose durante cientos de años, lo que, tanto directa como indirectamente, tendrá consecuencias para las poblaciones que viven en las regiones más expuestas.

Algunos de los efectos relacionados con la elevación del nivel del mar son inundaciones recurrentes asociadas a tormentas marinas, pérdida de humedales costeros, erosión de la línea de costa, alteración del depósito de sedimentos de los ríos, intrusión de agua salada en cuerpos de agua dulce y acuíferos, cambios en la amplitud de las mareas en los ríos y bahías, incremento en la altura de las olas y reducción de la cantidad de luz que llega a los fondos marinos, entre otros. Todos estos efectos tienen consecuencias como la destrucción hábitats naturales y daños a propiedades e infraestructuras.

Además de la elevación del nivel del mar, el aumento de la temperatura en los océanos también afecta a la biodiversidad marina. Así, la acidificación, fruto de la reacción del CO2 con el agua oceánica que reduce su pH, amenaza a los organismos marinos y los servicios ecosistémicos. Los corales y manglares ya se están viendo fuertemente afectados.

De acuerdo con Naciones Unidas, con el actual aumento en la temperatura de 1,1 °C,  alrededor del 60 % de los ecosistemas marinos mundiales ya han comenzado a degradarse. Un calentamiento de 1,5 °C amenaza con destruir entre el 70 y el 90 % de los arrecifes de coral, mientras que un aumento de 2 °C significaría casi un 100 % de pérdidas, es decir, un punto de no retorno. Aquí es importante recordar que el objetivo del Acuerdo de París es limitar el calentamiento mundial a muy por debajo de 2 °C, preferiblemente a 1,5 grados centígrados, en comparación con los niveles preindustriales…

Las reubicaciones climáticas

Ante los impactos climáticos descritos, en conjunto con otros factores ambientales, socioeconómicos y políticos, muchas personas están viendo como sus territorios se vuelven inhabitables. En algunos casos, la situación es tan complicada y el futuro tan poco esperanzador que todo un conjunto de población tiene que marcharse, se trata de los conocidos como procesos de reubicación. Por lo general, antes de instar a una reubicación deben explorarse todas las alternativas y soluciones in situ, a no ser que las propias comunidades, por sí mismas, hayan identificado la reubicación planificada como una opción viable.

En los casos en los que se decida que la reubicación es la mejor opción posible ante los efectos del cambio climático, como ocurre por ejemplo en los casos de Kivalina, Newtok y Shishmaref en Alaska o en Gunayala, en Panamá, se ha de aprender de los errores de experiencias pasadas, pues se ha demostrado que las reubicaciones a menudo han provocado que las personas pierdan su sustento y que dependan casi por completo de la ayuda gubernamental e internacional. Otros casos de reubicación, ya llevados a cabo, demuestran que la implicación de las personas que han tenido que trasladarse ha sido normalmente escasa, y que han contado con poco poder en los procesos de toma de decisiones.

Ejemplos pasados también ponen de manifiesto que, por lo general, la reubicación no ha sido bien planeada, teniendo como consecuencia la alteración de las condiciones de vida de las poblaciones afectadas en el lugar de destino, donde muchas veces han tenido que adaptarse sin ayuda a recursos naturales diferentes, ofertas de empleo distintas, disparidades culturales, discriminación y otras dificultades. Por último, la carencia de recursos económicos suficientes como para garantizar una correcta reubicación suele ser otro de los problemas a los que se enfrentan las personas afectadas.

El caso de Gunayala

Gunayala es una de las comarcas donde vive el pueblo Guna, en la costa del Caribe del noreste de Panamá. Esta comarca cubre un área de bosque montañoso en el continente, más de 400 km de zona marina costera y un archipiélago de más de 300 pequeñas islas coralinas. Se trata de una región semiautónoma donde el pueblo Guna practica formas tradicionales de autogobierno en los procesos de toma de decisiones.

Ya hace casi 10 años, la asociación Displacement Solutions llevó a cabo un estudio de campo con el fin de investigar la situación en estas islas. En el estudio se señalaba que una de las comunidades, en la isla Gardi Sugdub, había decidido -ya en 2010- que abandonarían la isla para reasentarse en sus tierras en el continente. Las y los habitantes comenzaron con las tareas de limpieza del lugar en el que se reasentarían y buscaron la ayuda de diferentes agencias gubernamentales para que les apoyaran con el reasentamiento, consiguiendo, en principio, la colaboración del Ministerio de Vivienda para la construcción de las primeras casas.

El proceso de reubicación creó algunas tensiones entre el pueblo Guna en varios niveles. A nivel organizativo, el Congreso General Guna (el máximo órgano de toma de decisiones políticas y administrativas de la región) y el congreso local tenían puntos de vista diferentes con respecto a los criterios para manejar el proceso de reubicación. También surgieron conflictos intracomunitarios entre personas del pueblo Gardi Sugdub debido a que el plan original incluía la construcción de sólo 65 casas y tenían diferentes puntos de vista sobre cómo decidir quién se reubicaría primero. Además, también surgió cierta tensión con respecto a si quienes vivían en la ciudad de Panamá también debían tener un lugar en la nueva aldea, los ritmos de reubicación, etc.

En 2016, Displacement Solutions alertaba de que el Gobierno panameño todavía no había participado en el proceso de planificación participativa con la comunidad Gardi Sugdub sobre la reubicación, ni se habían tomado medidas oficiales para planificar o abordar el desplazamiento climático en la región. Y es que a pesar de las promesas iniciales, el Gobierno de Panamá no adoptó ninguna estrategia oficial para implementar la reubicación del pueblo Guna de Gardi Sugdub. Como está sucediendo en otras regiones del mundo, el propio pueblo asumió la responsabilidad de realizar el traslado.

En 2017, el Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial de Panamá (MIVIOT) lanzó una licitación para construir una nueva aldea llamada Nuevo Cartí. El MIVIOT adjudicó el proyecto a una empresa constructora, pero no le asignó ningún presupuesto. A finales de 2018 no se había construido ninguna casa y el monto inicial de presupuesto prometido se utilizó para ejecutar otros proyectos de infraestructuras en otras partes de Panamá. En ese momento, la incertidumbre sobre el futuro de la nueva aldea de Nuevo Cartí era considerable.

Sorprendentemente, en 2019 se dieron algunos nuevos avances por parte del Gobierno de Panamá. El MIVIOT finalmente adjudicó las obras de construcción de Nuevo Cartí a una empresa constructora. La empresa realizó el Estudio de Impacto Ambiental y anunció que las obras iniciarían en 2019.

En marzo de 2020, diez años después de que los habitantes de Gardi Sugdub tomaran la decisión de retirarse, se llevaron a cabo reuniones entre las autoridades tradicionales Guna y el gobierno panameño para acordar, coordinar y definir la metodología y los próximos pasos para la reubicación de las y los habitantes de Gardi Sugdub. Al respecto, resulta bastante inspirador ver a la Comisión de la Barriada promocionando a través de sus redes sociales los avances en la construcción del nuevo pueblo que finalmente están teniendo lugar.

Reflexión final

Cabe señalar que fueron necesarios casi 10 años para comenzar las obras de construcción del nuevo pueblo. Durante este largo período, la comunidad enfrentó muchas situaciones desagradables y conflictos. El caso del pueblo Guna demuestra que los impactos del cambio climático en los océanos, junto con otros factores de estrés social y degradación ambiental, son tan graves que, en última instancia, se ha elegido la reubicación como la única estrategia para poder sobrevivir dignamente. También muestra que estos procesos pueden provocar la alteración de los medios de vida tradicionales (por ejemplo, la pesca tradicional) y, si no se gestionan adecuadamente, dar lugar a descontento general, alimentar tensiones sociales y provocar otros resultados negativos, como exacerbar el impacto ambiental en las zonas de destino. Es importante que las lecciones aprendidas del proceso de reubicación aún inconcluso de Gardi Sugdub sirvan como punto de partida para futuras reubicaciones planificadas.

Asimismo, también es importante atajar cuanto antes las emisiones de gases de efecto invernadero y descarbonizar las economías, además de transformar de raíz los sistemas económicos que alimentan las desigualdades, injusticias y afectaciones a los derechos humanos, especialmente de los pueblos más marginalizados, como son los pueblos indígenas.

 

 

 

Imagen de portada: RUIDO Photo

Este artículo se ha publicado en el marco del proyecto PRIMARY Ocean, financiado por la Agencia Catalana de Cooperación y liderado por RUIDO Photo. Parte del texto es una adaptación del artículo: Felipe Pérez, B., Tomaselli, A. (2021). Indigenous Peoples and climate-induced relocation in Latin America and the Caribbean: managed retreat as a tool or a threat?. Journal of Environmental Studies and Sciences, 11, 352-364. Disponible en: https://link.springer.com/article/10.1007/s13412-021-00693-2

 

Beatriz-Felipe

Beatriz Felipe Pérez

Licenciada en Ciencias Ambientales (Universidad de Granada), Especialista en Cooperación Internacional, Máster en Derecho Ambiental y Doctora en Derecho (Universitat Rovira i Virgili). Investigadora Asociada al Centro de Estudios de Derecho Ambiental de Tarragona (CEDAT, URV).

beatriz.felipe@cicra.coop